Por qué hay quien sigue comprando vinilos y qué tiene eso que ver con tu móvil

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Nacho Grosso
  • Nacho Grosso
  • Cádiz (1973) Redactor y editor especializado en tecnología. Escribiendo profesionalmente desde 2017 para medios de difusión y blogs en español.

En pleno 2025, con millones de canciones disponibles en segundos desde cualquier app de streaming, todavía hay personas comprando vinilos. Lo hacen sabiendo que ocupan espacio, que no caben en un bolsillo, que hay que levantarse para darles la vuelta. ¿Tiene sentido? A primera vista, no mucho. Pero cuando uno se detiene a pensarlo, ese gesto de elegir un disco, sacarlo con cuidado, colocarlo en el plato y bajar la aguja dice mucho más que una simple reproducción digital.

La diferencia entre escuchar y estar

Y sí, eso tiene bastante que ver con cómo usamos el móvil hoy. Porque al igual que hemos sustituido la experiencia musical por la inmediatez, también hemos convertido el uso del smartphone en una cadena de gestos automáticos, sin pausa ni intención. Lo contrario al ritual de un vinilo.

El vinilo obliga a parar y a escuchar con intención. No es solo la música, es el momento: el sofá, la portada desplegada, el sonido con sus imperfecciones, la carátula entre las manos. Es una experiencia que no se reduce a la canción. Es presencia. Por eso quienes siguen comprando vinilos no lo hacen por nostalgia barata, sino por la necesidad de recuperar algo que perdimos: el tiempo detenido.

Piensa en cómo usamos el móvil. Saltamos de app en app, con interrupciones constantes, sin estar del todo en nada. Escuchamos música mientras escribimos, vemos vídeos mientras cenamos, contestamos mensajes sin mirar. La tecnología nos ha dado inmediatez, pero a cambio nos ha quitado algo esencial, el foco.

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Usar el móvil como si fuera un vinilo

Quizá parezca una idea rara, pero ¿y si usáramos el móvil como quien pone un vinilo? Es decir, con intención. Abriendo una app para hacer solo eso, sin distracciones. Escuchando un álbum entero sin tocar el teléfono. Escribiendo un mensaje y luego guardándolo. Leyendo sin pasar al siguiente titular tras dos líneas.

Comprando vinilos, la gente recupera el valor de elegir. Y eso es justo lo que hemos perdido con el uso compulsivo del smartphone. Porque cuando todo está disponible todo el tiempo, dejamos de valorar lo que tenemos delante.

Lo analógico como antídoto digital

No es casualidad que estén volviendo los vinilos, las cámaras instantáneas, los cuadernos de papel o incluso los teléfonos tontos. No es postureo, ni moda vintage. Es una respuesta emocional y sensorial a una era saturada de pantallas. La gente busca algo tangible, algo lento, algo que no se borre con un swipe.

Y aquí es donde tu móvil entra en juego. No se trata de abandonarlo, sino de usarlo mejor. De preguntarte si necesitas otra app más, otro vídeo más, otra notificación más. De recuperar, dentro de lo digital, una forma de estar más presente. Como cuando pones un vinilo y te sientas a escuchar, sin hacer nada más.

Entre el vinilo y la pantalla

No hay que elegir entre ser analógico o digital. Puedes tener un iPhone y una colección de vinilos. Puedes usar Spotify y aún así disfrutar de sacar un disco de su funda. La cuestión no es el formato, sino cómo te relacionas con él. Si lo haces desde la prisa o desde el placer. Desde la distracción o desde la atención.

Por eso hay quien sigue comprando vinilos. Porque en un mundo donde todo es inmediato, ese gesto lento y cuidado se convierte en un acto de resistencia. Y quizás, al recordarlo, podamos también reaprender a usar nuestros móviles con un poco más de pausa, de foco, de intención.

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